sábado, noviembre 23, 2024
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Primero lloraron a Trujillo, pero después “picaron” su busto en el parque

 

Por Emiliano Reyes Espejo

A lo lejos escuchamos gritos histéricos y lamentos estremecedores como cuando a uno se le muere una persona muy cercana. Los conmovedores llantos provenían de la residencia de don Tomás, cabeza de una reputada y reconocida familia de la comunidad. Luego, estos gritos contagiaron casi al unísono a esta pequeña población.

-“Ay Dios mío, parece que murió alguien donde don Tomás”, expresó Juliana, una residente de la comunidad. Caía la tarde de aquel 30 de mayo de 1961 y Juliana y sus hermanos iban para un pequeño “conuco” que su padre tenía cerca del “regolón”, un derivador de las aguas del río Yaque del Sur que pasa por las cercanías de varias comunidades, entre ellas Monserrate y Tamayo. El canal es usado por la industria azucarera de Barahona para llevar las aguas que usa para irrigar sus cañaverales en la zona.

Se devolvieron corrieron hacia la casa de Tomás para ver qué ocurría realmente y por qué los gritos.

¡Ay lo mataron! ¡Ay lo mataron! ¡Mataron al jefe…! ¡Ay qué será ahora del país! ¡Esto será una desgracia! La familia de éste se ahogó entre llantos. Las hermanas de Juliana se sumaron a estas perturbadoras lamentaciones.

La noticia recorrió rápidamente por todo el barrio La Sombra. Se esparció de manera inusitada y rápida en la pequeña población. Las personas del lugar, niños, jóvenes y adultos lamentaron los hechos, mientras otros tenían la creencia de que no era cierta la muerte del “Jefe” porque estaban mentalmente convencidos de que éste era inmortal. Se pensó que pudo ser una trampa del régimen para ver quiénes eran sus enemigos. En tanto, mujeres del lugar caían “con la gota” por el fuerte impacto de la noticia.

Trujillo a través de adláteres y sus élites intelectuales apoyadas en el escarnio, las feroces persecuciones a opositores y el abono incesante a la ignorancia, crearon un ser mítico que hizo que algunos dominicanos llegan a creer que era una especie de Dios terrenal.

Trujillo inmortal

“He creado un monstruo”, expresó a su familia que le visitó en la cárcel el intelectual santiaguense Rafael Vidal Torres, quien fuera estratega de la campaña de Rafael Leónidas Trujillo Molina en el Cibao cuando éste ganó la presidencia a Horacio Vásquez en 1930. Se ha dicho en los anecdotarios que Vidal Torres fue el primer preso político del recién instalado régimen trujillista.

Los trabajos sistemáticos y perversos de intelectuales de la época llegó a convencer a muchos la de que Trujillo era como una especie de ser inmortal y que su desaparición acarrearía una catástrofe para el país. Pero el ajusticiamiento del sátrapa el 30 de mayo de 1961 quitó la venda a los dominicanos, a los cuales llegó la verdad y la libertad.

Víctimas de Tamayo

Aunque casi toda la población lloró desconsolada la muerte del artero gobernante, no ocurrió así con los familiares de Amable y Rafael Reyes –dos sargentos de la Fuerza Aérea Dominicana oriundo de Tamayo que fueron asesinados, los cuales participaron en la histórica “Conspiración de los Sargentos” que se registró en la Base Aérea de San Isidro.

Estas familias y las de Negro Reyes guardaron silencio mientras otros lloraban al dictador. Aborrecían calladamente al verdugo, pero no se atrevieron, tanto las familias de Rafael, Amable y Negro Reyes a expresar su júbilo por este ajusticiamiento, porque ellos, al igual que otros miembros de la población temían a las represalias de los descendientes del sátrapa.

Al comerciante Negro Reyes, otra víctima tamayense de la persecución trujillista, la dictadura le prohibió ejercer el derecho pese a ser un graduado universitario. Nadie se atrevía a expresarse, cundía entonces un miedo patológico y un temor irracional lo invadía todo.

Cuando llegamos a la casa de don Tomás y nos dijeron entre gritos que habían asesinado a Trujillo, ingenuamente expresé, como cosa de niño, que no importaba y pregunté por qué lloraban tanto. De inmediato mis hermanas me mandaron a callar. –“Cállese, que tú no sabes lo que habla”, mientras irrumpía en llantos.

Trujillo había visitado a Neyba y a Tamayo durante un recorrido que realizó por todo el Sur Profundo, pocos días antes de su ajusticiamiento. Allí fue aclamado por lo más excelso de las sociedades locales, así como por sus moradores, mayormente campesinos que les idolatran, ignorando que se trataba de un ser despreciable.

¿Planificaron muerte de Trujillo en Neyba?

Nos cuenta el doctor Phillips Arias, especialista de la medicina que ya está retirado en su natal Tamayo después de ejercer la medicina en la capital, que “Trujillo visitó a Tamayo el 30 de abril de 1961 y luego a Neyba el 7 de mayo, es decir, una semana después”. Se rumoró entonces que se había fraguado un plan para asesinar al Jefe en una de esas visitas, esto nadie todavía lo ha desmentido ni confirmado, quedando todo como una conjetura de perfil histórico.

Los estudiantes de Tamayo fuimos llevados a Neyba durante la visita del jefe a esta provincia. Desfilamos en medio de algarabía, ambiente festivo que amenizó la banda de música local y expresiones de adhesión al “Benefactor y Padre de la Patria Nueva”. Luego nos llevaron al liceo donde nos brindaron panes y “Trópico”, una bebida achocolatada muy popular en las escuelas.

Cuando repartían los panes, uno de los niños agarró el saco de pan por el fondo y lo desparramó por toda el aula. Los infantes nos los disputamos mientras volaban por los aires. Atiné a coger algunos panes en una esquina del salón, pero aunque tenía hambre no pude comerlo porque estaban elástico como de goma. Recuerdo que mordí uno en un extremo, “estericándose” tanto que opté por no comerlo por temor a golpearme en la cara.

Nunca las calles de estas comunidades estuvieron más limpias y sus mujeres se pusieron más hermosas para recibir al Jefe.

Lo más granado recibe al “Jefe”

La visita de Trujillo a Tamayo constituyó un imponente desfile de exaltación al dictador. Funcionarios públicos, estudiantes y más de un centenar de agricultores de toda la zona marcharon exhibiendo los más hermosos e impresionantes racimos de plátanos y guineos, mangos, cocos, guanábanas y otros rubros agrícolas y pecuarios.

Agricultores montados a caballos y las jóvenes damas de la zona rindieron un frenético homenaje al “jefe”, todas muy hermosas. “Para la visita de Trujillo a Tamayo, Fabián Matos tenía 24 hijos, recuerdo que el cruzacalle decía: “Fabián Matos y sus 24 hijos le da la bienvenida a Tamayo al Generalísimo Trujillo”, nos expresó el doctor Arias. Refirió con nitidez fotográfica que aquel letrero estaba ubicado frente a la casa de doña Picle, en la actual avenida de la Libertad.

Y agregó: “En esa ocasión estábamos involucrados en la lucha por el Liceo Secundario los jóvenes Francisco Gómez Arias, Luis Máximo Gómez (Luis Tolín) Dionicio Geraldo Jáquez, Rafael Rodríguez Beltré, Jorge Reyes y Reyes y yo que logré entrevistarme con Trujillo y giré por la creación del Liceo y me respondió afirmativamente”.

En cambio Sotico, reconocido decimero del pueblo, quiso subir los escalones para llevar una petición a Trujillo. No obstante usar muletas para caminar, esto le fue impedido por uno de los flanqueadores del mandatario, dando lugar este episodio a que el ingenioso Sotico escribiera una décima que, entre otras cosas, decía:

“A la llegada del jefe al Palacio Municipal

me cogieron a Sotico y lo pusieron a volar…”.

La muerte de Trujillo era algo irreversible. “Muerto el perro, se acabó la rabia”, reza el refrán. Grupos de jóvenes y adultos comenzaron entonces a expresarse en repudio al régimen en este lejano poblado del Sur. Entre estos estaba Martire Mesa, integrante de una reconocida familia del lugar, llegó allá procedente de Santo Domingo y se puso al frente de las protestas que recorrían las calles a gritos y consignas en repudio del asesinado gobernante.

“Mataron al chivo en la carretera,

Déjenmelo ver, déjenmelo ver, déjenmelo ver…

Mataron al chivo y no me lo dejaron ver…”.

La gente salía a recorrer las calles en repudio a los trujillistas. Jóvenes de la localidad estaban al frente de las protestas.

-¡Popopóooo, popopóooo, llegó Martire Mesa! “¡Abajo Trujillo! ¡Muerte a los calieses!, vociferaban.

Mesa conglomeró a un grupo de personas en el parque de Tamayo donde estaba la efigie de medio cuerpo de Trujillo y comenzaron a derribarla con picos y mandarrias. En primer lugar, Trujillo visitó a Tamayo el 30 de abril de 1961 y luego a Neyba el 7 de mayo de 1961, es decir 1 semana después.

Relata Arias que Martire Mesa llegó a Tamayo en el 1959 a raíz de un plan de emergencia donde se comenzó a construir el tramo de calle desde la casa de Félix Bueno hasta el puente del “regoloncito” antes de llegar a Hato Nuevo.

Destrujillización en Tamayo

“El grupo que comenzó la destrujillización –apuntó el doctor Arias- estaba compuesto por miembros de Unión Cívica Nacional, entonces agrupación patriótica (no partido político) y el 14 de Junio”. Explicó que dicha comisión estaba formada por Martire Mesa, Carlos Bueno (Charles), Luis Máximo Reyes González (Luis Tolín). Los hermanos Bolívar y Negro Agramonte, en representación de Unión Cívica Nacional; por el 14 de Junio estábamos: Negro Reyes, Renatico Arias, Garibaldi Reyes, Rafael (Fellito) Montes de Oca y este servidor.

También, estaba Jorge Reyes y Reyes (Chichi el de Manuel Beto) que eran del PRD, pero entonces este partido todavía no tenía estructura, solamente simpatizantes. “Esa comisión además decidió cambiar los nombres a las siguientes calles: Al Generalísimo Trujillo se le puso Avenida de la Libertad; a la José Trujillo Valdez calle Duarte; la Ramfis se le asignó a Amable Reyes, la Radhamés a Rafael Reyes, nombres asignados y se le colocó luego de la partida de los Trujillo el 19 de Noviembre de 1961 a la que va al mercado con dicho nombre.

Estuve allí pese a mi corta edad, entremezclado entre las personas que vociferaban frenéticamente consignas contra Trujillo. Vendía dulces de leche rellenos de naranja que elaboraba mi madre Octavia Espejo (Purita) y que a decir de los parroquianos eran unas delicias y por eso se acababan rápido. Las aglomeraciones me convienen bastante porque facilitaba la venta de los dulces.

Los jóvenes y adultos anti trujillistas incluyendo a comerciantes del lugar decidieron derribar con picos y una mandarria la base de piedra y cemento erigida en una esquina del parque para sostener el busto de Trujillo. Pero llegó la Policía que impidió la acción.

Un silencio expectante arropó el momento. Los presentes callaron y se miraron temerosos unos a otros. Los picazos y mandarriazos se detuvieron repentinamente. La expectativa creció a cada segundo, y a cada minuto hasta que Martire Mesa, armado de furia y mucho valor, arrebató la mandarria a la persona que la tenía y reinició los golpes contra el muro que servía de sostén de la estatua de Trujillo.

El oficial que comandaba la tropa policial sacó su pistola, la rastrilló y advirtió a Martire que si daba otro mandarriazo él le dispararía. Los policías también sacaron sus revólveres y fusiles. La tensión crecía y yo permanecía en el lugar, observando, ajeno a una situación que pudo desencadenar en una matanza.

Desafiando la orden del oficial, Martire Mesa, iba a seguir derribando el busto de Trujillo, pero ante lo tensa de la situación los presentes les convencieron de que no siguiera para evitar una tragedia. Los policías, lacerados en sus sentimientos abiertamente trujillistas, no dudarán en disparar. Esa tarde-noche “la sangre no llegó al río”, pero se acrecentó el espíritu de rebeldía y de rechazo al trujillato todavía resuena en esa zona del Sur del país.

Ya en la etapa democrática Martire Mesa se convirtió en contratista de obras del Estado y dio trabajos a jóvenes del lugar. No obstante, continuaron las manifestaciones anti trujillistas con Martire Mesa a la cabeza:

¡Pooopópooo, Martire Mesa! ¡Abajo la dictadura de Trujillo, atrás los trujillistas…! ¡Fuera los calieses!

Luego surgieron allí locales del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) de la Unión Cívica Nacional (UCN-Sombrerito de Cana) mientras los simpatizantes del 14 de Junio y otras organizaciones de izquierda comenzaron a operar clandestinamente en toda la comarca. Hasta hoy día.

*El autor es periodista

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