POR RAMIRO ESTRELLA
Un buen consejo puede tener más valor que dar dinero.
Un buen consejo puede ofrecer orientación y sabiduría que conduzcan a quien la recibe a tomar decisiones acertadas y duraderas, mientras que el dinero puede proporcionar soluciones temporales.
Las personas solo se superan trabajando y estudiando. Quien no se dedica a ninguna de estas dos actividades está perdiendo su tiempo y enfrentará un futuro incierto.
Aunque en ocasiones podamos necesitar ayuda, si adoptamos esta dependencia como un hábito constante, corremos el riesgo de convertirnos en parásitos.
Ayudar siempre será loable, pero si la persona a quien ayudas no está dispuesta a cambiar su rumbo, tanto tú como ella estarán desperdiciando su tiempo.
Hay personas que se resisten a escuchar consejos y prefieren que les digan solo lo que desean oír.
Si eres de los que te resiste a aceptar un buen consejo, esa actitud no te llevará por un buen camino.
Quien no quiere estudiar ni trabajar siempre encuentra una excusa trivial: necesita un motor, y si lo tiene, dice que no lo hace porque requiere un carro; si tiene el carro, se queja de que es una «yepeeta» y luego menciona que necesita un avión. La realidad es que siempre busca una excusa para no hacer nada.
Siempre se queja y maldice a los gobiernos de turno, que aunque constitucionalmente están obligados a facilitar el acceso a trabajo, educación, vivienda y de suplir otras necesidades básicas, el esfuerzo personal siempre será necesario.
Dios no ayuda a los perezosos ni a quienes carecen de iniciativa. La vida no está hecha para buscar excusas por todo lo que nos ocurre, sino para encontrar soluciones.
Uno de los graves errores que podemos cometer como personas, es pensar que siempre estamos actuando de manera correcta y no reconocer que podemos cambiar hacia un mejor rumbo.
El maná no baja del cielo; solo Dios pudo hacerlo. Hay que salir a buscarlo.
Muchas veces, un cambio de mentalidad es más necesario que cualquier ayuda que podamos recibir.
No debemos perder el tiempo en cosas banales, sino enfocarnos en acciones que realmente valgan la pena y sean útiles en nuestras vidas.
¿Quién te quiere más, el que te aconseja o el que te da dinero?
El consejo es una muestra más genuina de cariño y preocupación que la asistencia financiera.
El autor es periodista y estudiante de Derecho