POR MARCOS CROSS
El artículo 84 de la Constitución de la República, establece que las decisiones de las cámaras legislativas se adoptan por la mayoría absoluta de votos, siendo previamente necesario establecer el quórum con la presencia de la mitad de los miembros de las mismas.
De igual manera, el reglamento interno de la Cámara de Diputado establece en su artículos 6 y 9, respectivamente, que para la elección del Bufete Directivo se requiere de la mayoría absoluta de los votos, y que para las decisiones del Pleno será necesaria la presencia de más de la mitad de sus miembros.
El pasado 16 de agosto se presentó ante el pleno de la Cámara Diputado dos planchas para dirigir el Bufete Directivo. Las dos pertenecientes al Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Una de ellas, la cual podríamos calificar de institucional y legítima, ya que fue producto de un acuerdo político consensuado libremente. La misma estaba encabezada por el compañero Demóstenes Martínez.
La otra plancha estaba encabezada, como es sabido, por el también compañero Radhamés Camacho, pero impulsada desde la sombra por lo que el Presidente del partido y precandidato Leonel Fernández ha denominado como “cierto liderazgo político que está queriendo desviar el curso natural de la historia en el país.
En efecto, en el despropósito del sector oficialista el principal partido de oposición, si así se le puede llamar, continúa jugando un rol cuya finalidad va dirigida, por los menos en el Congreso Nacional, muy a fin con los intereses de este sector en las coyunturas políticas relevantes de la nación.
Así las cosas, la votación del paso vienes constituye una evidencia más de los desatinos que continúa cosechando el PRM. A este súmese, además, la actuación de este mismo partido en la votación de la Ley de Partidos Políticos, votada por los diputados de esta organización, y declarada posteriormente inconstitucional y nula por el Tribunal Constitucional, en lo referente al órgano que debe decidir el método de elección.
Pero la votación que eligió al compañero Radhamés Camacho, desconociendo los acuerdos suscritos por el Comité Político pone en evidencia otra faceta más grave de la descomposición y falta de sentido estratégico de la oposición con capacidad de decisión.
De acuerdo con la pantalla oficial de la Cámara de Diputados, la sesión contó con la presencia de 155 diputados (81.58%), siendo en éste caso el tipo de mayoría necesaria para la elección del Bufete Directivo la mitad más uno de los votos, es decir, 79 votos.
Por tanto, los alrededor de 71 votos del danilismo en la Cámara baja solo le hacían falta 8 votos para conseguir su objetivo. A esto cabe añadir que contaban con el apoyo del PRD (que les aportó 14 votos), el PRSC (que les aportó 6 votos), el PLR (2 votos), MODA y PPC (un voto cada uno).
Como se puede apreciar la plancha del hoy Presidente de la Cámara de Diputados y vicepresidente de la Asamblea Nacional, contaba con los votos suficientes sin la necesidad del transfuguismo parlamentario del PRM. En efecto, 24 diputados de esta organización votaron a favor de la plancha oficialista, 19 se abstuvieron, y solo 3 votaron en contra.
Todo esto, con la agravante de que la consigna establecida por el vocero del bloque de diputados del PRM, Alfredo Pacheco, era dejar que sus legisladores tuvieran la libertad de decidir qué hacer con su voto.
Ante estos hechos salta una pregunta de difícil respuesta para el PRM de cara a su electorado, y a los sectores que ya empezaban a ver este partido como opción de poder: ¿Qué justificación tienen esos 24 diputados para votar por la plancha del sector oficial del PLD? Si la respuesta es conseguir la división del PLD, el resultado no ha sido cosechado, ya que más que una división de sectores, en el PLD existe hoy una lucha por la obtención de la candidatura presidencial.
Los líderes y precandidatos del PRM deberían ser conscientes del desacierto político que han cometido a menos de 6 meses de las elecciones municipales y 9 de las congresuales y presidenciales. El mismo no ha pasado desapercibido en la opinión pública, ni en el conjunto del electorado dominicano.
Después de estos hechos, el pueblo dominicano, es más consciente de que lo que realmente impidió el frustrado intento de reforma constitucional del oficialismo fue principalmente las manifestaciones públicas enfrentes del Congreso Nacional reclamando el respeto por la Carta Magna y la oportuna intervención de la diplomacia extranjera.
En definitiva, el PRM ha obrado sin articular una propuesta alternativa y sin un claro beneficio electoral ha vuelto a prestar sus votos en la Cámara de Diputados a favor del oficialismo. Esto, sin lugar a duda, implicará una considerable afectación en su imagen de partido opositor de cara al electorado nacional.
La aritmética ha revelado su continuo proceder. En febrero y mayo de 2020, la aritmética del electorado le cobrará la factura.