A continuación el  discurso íntegro de la procuradora general de la República, Mirian Germán en el acto “Memorias de Gestión”

Es para mí un honor dirigirme a ustedes hoy para presentar las memorias degestión de mi periodo como Procuradora General de la República durante losaños 2020-2024.Como ustedes saben, he dedicado la mayor parte de mi vida profesional al. sistema de justicia penal, principalmente en la función jurisdiccional.

Hoy, al frente del Ministerio Público, confío en que continúo guiada por los valores que han sustentado mi carrera durante más de cuatro décadas.

 Esta encomienda ha conllevado numerosos desafíos profesionales y personales.

 He tenido que aprender rápidamente sobre la realidad actual del Ministerio Público, más allá de su marco normativo. Sin embargo, a pesar de las dificultades, hemos avanzado significativamente en el fortalecimiento de la procuración de justicia penal que merece el país.

Desde el inicio de mi gestión, hemos enfrentado cuestionamientos sobre la legitimidad e independencia de la institución. Hemos trabajado arduamente para fortalecer la confianza pública y demostrar que el Ministerio Público es un órgano independiente que actúa únicamente de acuerdo con la ley.

Sin embargo, no ha sido una tarea sencilla, pues existen resistencias, choques de estilo y prácticas que deben ser desarraigadas, así como nuevos enfoques que hay que imponer. Moldear una institución que durante años ha tenido limitaciones importantes es una tarea ardua y, a pesar de los escollos encontrados, puedo decir que hemos avanzado en la dirección correcta.

He tenido diferencias con algunos miembros de la institución, alcanzando consensos en algunos casos y no llegando a acuerdos en otros. La visión que tengo de conducir esta institución no es compartida por todos, y eso está bien.

 Una de mis prioridades ha sido empoderar a los miembros de la institución para que ejerzan sus funciones de manera responsable. Solo he intervenido cuando ha sido estrictamente necesario, para definir criterios consistentes en la persecución de los delitos o proteger a las poblaciones vulnerables.

 

Lo que no me pude permitir fue claudicar ante la presión de sectores que entienden que la justicia es un juego de intereses individuales y no una vocación sagrada: mis principios se imponen ante todo.

 Considero que la procuración de justicia no es un mero juego de intereses, sino un llamado sagrado a actuar con objetividad e integridad. Debemos cumplir nuestras funciones respetando siempre el Estado de derecho.

 Aspiramos a que el Ministerio Público continué fortaleciéndose, abordando

 desafíos pendientes como la pensión digna para nuestros fiscales. También es crucial eliminar cualquier distorsión interna que obstaculice el cumplimiento

 de la ley y el afianzamiento de los procesos institucionales.

 Celebramos el interés actual en una reforma constitucional que institucionalice la independencia del Ministerio Público.

Es esencial que, junto al reconocimiento de la autonomía que ya está previsto, se creen las garantías jurídicas necesarias que la hagan efectiva al margen de la voluntad política.

 Destaco la importancia de rendir cuentas ante la comunidad.  Estas memorias reflejan nuestros principales logros y desafíos durante este periodo de cuatro años.

 Estos han sido cuatro años no fáciles, con disimulados ataques, descalificaciones internas y feroces e irracionales ataques externos, donde está ausente cualquier huella de equilibrio y hasta de honestidad.

He visto a quienes nunca te reconocen nada, también a quienes te ayudan siempre a levantarte y te dicen adelante.

Aunque ya no esté de moda, mantengo la idea de que la ética no debe estar

 ausente de la política y menos aún del servicio público, también hablo de un ética universal y humanista.

Dentro de este oficio de juzgar, hoy quiero rendir homenaje a doña Margarita Tavares de Malagón, profesional de una calificación profesional extraordinaria,

 vivió la vida con una autenticidad que podría decir que sobrecoge, sin desmeritar a otros, creo que debió ser la primera mujer en presidir nuestra

 Suprema Corte de Justicia, méritos le sobraban, quizás en su tiempo obró en su contra la condición de mujer.

Me podría despedir acudiendo a la letra de una milonga que dice “el valor que pedí me fue concedido, el coraje me llegó cuando era debido, ni gané, ni perdí, solo me marcho tranquila”.

Muchas gracias.