POR ROSMARIE PÉREZ

Esta semana quiero escribir bajo este título, sin modismos arreglados para gustar, sólo quiero hablar de una realidad que nos empobrece como seres humanos y no nos deja avanzar hacia lo nuevo que Dios nos tiene por delante.

La lepra es una enfermedad infecciosa y crónica que ataca la piel del que la padece, en los tiempos antiguos se consideraban inmundos a las personas que padecían este mal, lo excluían de la sociedad y los apartaban fuera de la ciudad, las personas que sufrían este padecimiento no solo tenían que sufrir físicamente sino emocionalmente al ser rechazados y excluidos de la sociedad.

Dicho esto, así hay una lepra bastante infecciosa y crónica que puede causar que nos aislemos y seamos rechazados si la mantenemos demasiado tiempo en nuestros corazones, esta es la falta de perdón.

Es silenciosa pero bastante infecciosa porque sino actuamos rápidos, puede causar una gran amargura en nuestros corazones y quitarnos la tranquilidad.

Con el tiempo, puede que infectemos a otros con ella porque afecta el modo en que hablamos e interactuamos con los demás, hiriendo a otras personas y marcándolas con palabras, las cuales pueden ser igual de fuertes que los mismos golpes físicos.

Lamentablemente, las personas que más herimos pueden ser las que más amamos, todo eso simplemente por no querer olvidar y perdonar ese agravio, usted me dirá “ es que usted no sabe lo que hicieron …” , “ es que fue demasiado grande la humillación y desprecio..”, puede que si lo sepa porque he vivido situaciones similares y por eso hoy el Señor quiere usarme para con este escrito y una Palabra de Dios comiences a sanar…

Sé que hay heridas que no son físicas, sé qué hay palabras tan hirientes y que duelen tanto que son difíciles de olvidar, sé que hay golpes, traiciones, rechazos que duelen hasta partir el alma pero lo único que lograrás sino sueltas y dejas ir ese agravio, es que te convertirás en un persona con una lepra tan fuerte en el corazón que dañará todo lo que está a tú alrededor con tú actitud y palabras.

Alejarás a los que amas y no tendrás paz nunca pero lo peor de todo es que estarás encadenado a esa persona que te hirió mientras esta, andará por ahí haciendo su vida sin saber ni importarle el daño que te hizo.

Cuando perdonas, quien es liberado eres tú, las cadenas que te han atado a esa falta de perdón se rompen, se sana la amargura y mejora tú actitud y lo mejor de todo es que el mismo Dios suelta tus bendiciones que tenías retenidas solo por no querer soltar y perdonar.

Trata de ver que tú mism@ le pides perdón al Señor cuando reconoces que has hecho mal , pero, cómo puedes pedirle perdón a Él cuando tú mism@ no puedes perdonar?

Hay varías historias en la Biblia que nos muestran el poder de perdonar, tenemos a José en Génesis 37, que perdonó y ayudó a sus hermanos a pesar que lo habían vendido, el Señor trató con José en su corazón y lo llevó a entender que todo fue Su propósito para ayudar a su familia en un momento en que podían haber desaparecido por el hambre que iba a acontecer en ese tiempo, el que José entendiera esto y perdonara lo llevó a ser la mano derecha de Faraón y el hombre con más poder en todo Egipto.

También tenemos la historia de Job que el Señor permitió que el enemigo le quitara todo cuanto tenía, hijos, propiedades y hasta su salud, en esta situación tan desesperantes sus
“ amigos “ le acusaron y lo mortificaron sin piedad entendiendo ellos que era culpa de Job lo que acontecía, sin entender que era un propósito de Dios para limpiar el corazón de Job donde sentía temor entre otras cosas, al final de esta historia el Señor le dice a Job que orara por esos amigos porque sino les iba a quitar la vida, Job los perdonó y oró por ellos, lo cual provocó no solamente que estos amigos se salvaran sino que Job fue bendecido siete veces más de lo ya había perdido.

Como podemos ver, son más las bendiciones de soltar, dejar ir y perdonar que vivir una vida amargada y sonar como una carreta vacía cuando hablamos palabras hirientes, hoy el Señor te quiere sanar esas heridas, quiere que olvides esas palabras hirientes y esos malos tratos, que pidas perdón y sigas adelante porque lo que Él tiene para ti es mucho mejor de todo lo quedó atrás.

Cuando perdonas te liberas, tú alma es libre y una nueva esperanza crece en tú corazón sabiendo que lo mejor de tú vida está por venir, así que no lo dudes y perdona de todo corazón.

Bendiciones

Mateo 18:21-22
Reina-Valera 1960

21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.