La segunda jornada para dar a conocer y socializar los resultados del estudio sobre la contaminación de la Central Termoeléctrica Punta Catalina, CTPC, con las autoridades locales y los equipos de monitoreo municipales de la provincia Peravia, concluyó que desde el punto de vista ambiental, esta central está fatalmente atrapada entre las altas emisiones de gases y micropartículas arrojadas por la chimenea a la atmósfera, y la incesante creación de enormes montañas de cenizas tóxicas.
El evento que se celebró en la tarde del pasado viernes, 1ero de abril, en el Salón Parroquial de la catedral Nuestra Señora de Regla, en la ciudad de Baní, tuvo como expositores principales a los expertos Marcos Rodríguez y Milton Martínez. El primero es ingeniero químico y profesor universitario, y el segundo ingeniero agrónomo y también docente de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD.
El profesor Rodríguez expuso sobre los resultados de la investigación realizada sobre la composición química de las montañas de cenizas de la Central Termoeléctrica Punta Catalina, CTPC, y los riesgos de estos residuos tóxicos de contaminar aire, suelo y agua del entorno, mientras que el profesor Martínez explicó los impactos en los cultivos y suelos por las emisiones aéreas de gases y micropartículas y por efectos de las cenizas.
Desde septiembre un grupo de expertos nacionales e internacionales, de instituciones académicas y científicas de varios países, el Comité Nacional de Lucha Contra el Cambio Climático, CNLCC, y el Instituto de Abogados para la Protección del Medio Ambiente, INSAPROMA, junto y en apoyo a la provincia Peravia, realizan el estudio sobre la contaminación de la Central Termoeléctrica Punta Catalina, CTPC.
Los resultados de este estudio serán entregados al presidente de la República, Luis Abinader, que el pasado 3 de agosto ordenara al ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Orlando Jorge Mera, la elaboración de este estudio en coordinación con la provincia Peravia y las entidades, pero en poco tiempo abandonó la tarea sin dar ninguna explicación.
Los expertos Rodríguez y Martínez destacaron la estrecha relación existente entre las emisiones de gases y micropartículas y las cenizas de Punta Catalina, explicando que las micropartículas producidas por la combustión del carbón que no son retenidas en las cenizas, salen al aire y terminan en los pulmones de la población, causando enfermedades y muertes prematuras.
Observaron que para que CTPC pueda retener la mayor cantidad de micropartículas en las cenizas y no salgan por la chimenea, requiere del uso de una gran cantidad de cal viva para que se mezcle con los residuos de la combustión del carbón.
Indicaron que las cenizas que se arrojan en el batey San José es una mezcla de estos residuos con cal, lo que representa una fuente de contaminación tanto por los metales pesados como por la cal que contienen.
Plantearon que como resultado de la generación y depósito en grandes volúmenes a la intemperie de estas cenizas, se produce contaminación con metales pesados del aire, del suelo y del agua superficial y subterránea, de los cultivos y, por la gran concentración de la cal en estos residuos, se está provocando el cambio del pH de los terrenos, lo que conlleva una reducción de la fertilidad y de la productividad de los suelos.
Observaron que la reducción o eliminación de la cal en los residuos finales de Punta Catalina para que no afecten los terrenos o para que las cenizas volantes de carbón eventualmente puedan utilizarse para fines industriales, como la fabricación de cemento, incrementarían exponencialmente las emisiones por la chimenea de las micropartículas a la atmósfera.
Dijeron que esta situación ocurrió entre febrero y mayo del año pasado 2021, cuando se desmontó el sistema de control de seguridad del aire, AQSC, para reducir o suprimir el uso de cal, produciéndose espesas nubes tóxicas estacionadas a baja altitud sobre la ciudad de Baní, y en la zona comprendida entre ésta y la termoeléctrica.
Afirmaron que en el documento que sirvió de base para la licitación de urgencia de 150 mil toneladas de cal viva, del 28 de abril de 2021, suscrito por George Reinoso y Rafael Gómez Del Guidici, respectivamente director ejecutivo de la CDEEE y viceministro de Energía, se consigna que las emisiones en ese período habían sido 40 veces por encima de cualquier norma.
“Punta Catalina a carbón mineral nunca debió haberse construido, fue una muy mala idea, porque los impactos negativos que está generando son catastróficos a mediano y largo plazo en términos de salud y de medio ambiente, especialmente en calidad de aire, contaminación de suelo y agua, además de arruinar la producción agrícola de la zona”, aseguraron.
Pasivo ambiental perenne
En su exposición, el profesor Marcos Rodríguez, reiteró y detalló el resultado de los análisis de las cenizas de Punta Catalina realizado por la Universidad de Duke, de Carolina del Norte, EUA, que determinó que estos residuos son tóxicos, conteniendo unos 14 metales pesados dañinos a la salud.
Informó que en menos de tres años se han creado tres inmensas montañas de cenizas que contienen alrededor de 600 mil toneladas de estos residuos, y se proyecta que en los treinta años de vida útil de la Central Termoeléctrica Punta Catalina, CTPC, habrá en el lugar unas treinta montañas del tamaño de las actuales que miden el equivalente de un edificio de ocho pisos y una extensión de varios campos de pelota, con una carga de alrededor de 6 millones de toneladas de cenizas tóxicas.
Señaló que lo más grave es la mala disposición de estas gigantescas montañas de cenizas tóxicas ubicadas en el peor sitio posible.
“El estudio comprobó que en el lugar donde están ubicadas las cenizas de Punta Catalina se dan todas las condiciones para que los metales pesados y otras sustancias tóxicas que contienen, contaminen el acuífero de Valdesia, uno de los más grandes de la isla y que alimenta de agua al Gran Santo Domingo con una población de 2,731,294 habitantes. Es sólo cuestión de tiempo”, apuntó.
Citó entre estas condiciones que el manto freático es muy alto, que a unos 400 metros de estas montañas de cenizas están dos corrientes de agua, el río Catalina al Este y el arroyo Pastor o Naranjo al Oeste, y que el lugar está rodeado de población y de cultivos en tierra de gran calidad irrigada por el canal Marcos A. Cabral.
Añadió que también facilita que estas cenizas contaminen con metales pesados el entorno, su cercanía a la costa, a unos dos mil metros, por donde cada año transitan los hidrometeoros, como vaguadas, tormentas y huracanes durante la temporada ciclónica. “El viento y las lluvias torrenciales de estos fenómenos expanden y desparraman estas cenizas y su contenido tóxico en la zona y más allá”, ponderó.
Igualmente mencionó como otro factor de riesgo de contaminación, el hecho de que tanto las instalaciones de CTPC como las montañas de cenizas están ubicadas en una zona sísmicamente activa, con fallas tectónicas y regionales activas que atraviesan el área en dirección Noroeste-Sureste con áreas de eventos históricos devastadores, lo que permite establecer que las magnitudes sísmicas esperadas son del orden de M=7.0 R.
La ruina de la agricultura
El profesor Milton Martínez puso de relieve en su exposición que el mayor daño que está produciendo la Central Termoeléctrica Punta Catalina, CTPC, en términos sociales y económicos, es acabar de arruinar la producción agrícola del Llano Costero de Peravia, de suelo arable en más de 60% e irrigado por un canal de 6 m3/segundo, “una zona agrícola que una vez fue considerada la más eficiente de la República Dominicana”.
Reveló que por causa de Punta Catalina y sus impactos aéreos y por sus cenizas tóxicas, en el Llano Costero de Peravia están bajo amenaza más de 7 mil explotaciones agrícolas y pecuarias, la mayoría entre 8 y 80 tareas, que han llegado a totalizar más de 160 mil tareas dedicadas a la producción intensiva de alimentos y empleos incluyendo varias agroindustrias.
Comunicó que productores de la zona reportan que sus cultivos están siendo afectados, especialmente los de sandía, lechosa y tomates, con la enfermedad foliar conocida como “Añublo (mildiew) polvoso”, atribuido por los lugareños al calentamiento del aire, pérdida de semilleros de tomate industrial provocada por la enfermedad fungosa conocida como “mal de las posturas” (damping off), el amarillamiento y deformación del cogollo de las lechosas, enfermedad provocada tanto por el virus del “bunchy top” como por la deficiencia de Boro causada tanto por el virus del “bunchy top” como por la deficiencia de Boro producida generalmente por pH alcalino.
Consideró que el peor daño que causará Punta Catalina a los agricultores y a la población en general, es la contaminación del acuífero de Valdesia con metales pesados.
“Tendremos abundante agua subterránea con la cual mitigar la sequía, pero no la podremos usar ni para beber ni para la producción agrícola por estar contaminada, lo que será una verdadera tragedia”, se lamentó el profesor Martínez.
Manifestó que el estudio constató que los programas para la mitigación de estos daños y de compensación a los productores contemplados por el estudio de impacto ambiental del proyecto de Punta Catalina y por diversos acuerdos que ascienden a 113.8 millones de pesos, no han sido implementados. Recomendó la aplicación de una auditoría técnica y financiera a estos programas.
La tercera y última jornada que se celebrará el martes, 5 de abril, a las 3 de la tarde, igualmente en el Salón Parroquial de la catedral Nuestra Señora de Regla, en Baní, versará sobre los resultados del estudio en el área de la salud y sobre los impactos de Punta Catalina en el litoral costero marino.