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Directorio Ejecutivo del FMI concluye la Consulta del Artículo IV de 2018 con la República Dominicana

El 11 de abril de 2018, el Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyó la consulta del Artículo IV[1] con la República Dominicana, y consideró y respaldó la evaluación del personal técnico sin reunirse.[2]

Después de tres años de fuerte expansión, la economía se moderó hasta acercarse a su nivel potencial. Se estima que la actividad económica se expandió en un 4.6 por ciento en 2017, después de un crecimiento promedio del 7.1 por ciento durante 2014-2016, superior al potencial.
La moderación del crecimiento se concentró en los primeros tres trimestres de 2017 y fue influenciada por una corrección cíclica en la demanda interna (especialmente la inversión), condiciones financieras más restringidas, incertidumbre relacionada con reformas legislativas y efectos económicos adversos causados por el paso cercano de dos huracanes de categoría cinco en septiembre de 2017.

Una política monetaria más acomodaticia y un repunte de la actividad después de los huracanes contribuyeron a una fuerte recuperación en el último trimestre del año. Los mercados laborales continuaron mejorando con la recuperación del empleo y los salarios reales en los últimos dos años, y el desempleo continuó reduciéndose hasta 5.1 por ciento, cerca de mínimos históricos. La inflación general retornó al rango meta del banco central de 4±1 por ciento y la posición externa se fortaleció significativamente.

Las perspectivas económicas siguen siendo positivas. Se espera que la flexibilización monetaria de mediados de 2017 respalde una recuperación continua de la actividad económica en 2018.

Se prevé que tasas de interés activas más bajas y el dinamismo en el crédito luego de las medidas expansivas, junto a mayores salarios reales y empleo, continúen apoyando la demanda interna.

Se espera que el crecimiento aumente a 5.5 por ciento en 2018 y luego se modere a su tasa potencial de mediano plazo de alrededor del 5 por ciento.

Se espera que la inflación permanezca dentro del rango del 4 ± 1 por ciento del banco central, mientras el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos se ampliará gradualmente acercándose a sus niveles históricos, asociado a mayores precios del petróleo y el fortalecimiento de la demanda interna.

Sin embargo, persisten los riesgos en torno a las proyecciones con los mayores riesgos a la baja proveniendo principalmente de factores externos, como el aumento de los precios mundiales del petróleo, condiciones financieras mundiales más restrictivas de lo previsto y una demanda externa más débil de lo proyectado.

Evaluación del Directorio Ejecutivo

La respuesta oportuna de las políticas a la desaceleración económica de principios de 2017 ha puesto a la economía de nuevo en su senda de crecimiento. La actividad económica y su crecimiento proyectado están volviendo a su potencial, la inflación está dentro del rango meta del banco central, el desempleo está cerca de mínimos históricos y el déficit de la cuenta corriente se ha reducido.

El panorama económico general sigue siendo positivo, pero persisten los riesgos, donde los principales riesgos a la baja provienen de mayores precios del petróleo, una demanda externa más débil de lo previsto y unas condiciones financieras mundiales más restrictivas de lo anticipado.

En este contexto, el principal desafío será incrementar la capacidad de resiliencia ante estos riesgos, mediante el fortalecimiento de los amortiguadores de políticas, impulsando las reformas estructurales y reduciendo aún más la pobreza y la desigualdad.

A pesar de los buenos esfuerzos para ampliar la base tributaria, se requerirán medidas más significativas para fortalecer la posición fiscal.

Las condiciones financieras internacionales favorables y el fuerte crecimiento de los últimos años han mantenido las vulnerabilidades fiscales contenidas, sin embargo la deuda pública siguió aumentando y la creciente carga de intereses como proporción de una base tributaria limitada hace que la deuda sea menos asequible.

Las reformas encaminadas para mejorar el perfil de la deuda y abordar las debilidades en la administración de impuestos internos y aduanas están dando buenos resultados, como lo demuestra la reciente emisión de deuda en pesos en los mercados globales, la reducción del diferencial de tasas de interés de los bonos y el aumento de la base tributaria.

Sin embargo, estos no son suficientes para compensar las presiones estructurales del gasto, especialmente frente al endurecimiento de las condiciones de financiamiento a nivel mundial y al aumento de los precios del petróleo. Se necesitará un ajuste fiscal significativo para fortalecer los amortiguadores y revertir la dinámica al alza de la deuda, pero su diseño debería de tomar en cuenta especialmente su impacto en el crecimiento, la pobreza y la desigualdad.

El ajuste debe enfocarse en ampliar la base tributaria (incluyendo la racionalización de incentivos y exenciones fiscales), simplificar el sistema impositivo y racionalizar los gastos ineficientes, mientras se prioriza el espacio fiscal para aumentar la inversión pública y el gasto social en protección de los más vulnerables.

El fortalecimiento del marco de política fiscal debería apoyar los esfuerzos para mejorar la posición fiscal. Un marco fiscal a mediano plazo, que ancle la toma de decisiones de política fiscal a los objetivos de sostenibilidad de la deuda a más largo plazo, reduciría la incertidumbre política y fortalecería su credibilidad ante los mercados.

Los esfuerzos en curso para desarrollar dicho marco son bienvenidos. Las reformas para mejorar la transparencia en los procesos de contratación pública, fortalecer las prácticas de gestión financiera pública y alinear las estadísticas públicas con las normas internacionales contribuirán aún más a aumentar la transparencia y previsibilidad de las políticas, y deberán complementarse con una mayor cobertura y oportunidad de las estadísticas fiscales.

La postura neutral de política monetaria con un sesgo al alza es consistente con las condiciones económicas actuales. La postura neutral debería ayudar a mantener el producto cercano al potencial y una inflación dentro del objetivo del banco central, pero puede requerirse una política monetaria más restrictiva si la inflación aumenta más rápido de lo esperado.

El esquema de metas de inflación del banco central ha contribuido positivamente a la estabilidad de precios y se fortalecería aún más a través de una mayor flexibilidad del tipo de cambio, lo que aumentaría la resiliencia a los choques externos al proporcionar un mecanismo de ajuste automático.

La posición externa es moderadamente más fuerte que lo sugerido por los fundamentos macroeconómicos de mediano plazo y el marco más apropiado para las políticas, pero se espera que se normalice a mediano plazo con la recuperación proyectada de la demanda interna privada, especialmente a medida que las reformas estructurales mejoren el entorno de inversión y los resultados sociales.

El fortalecimiento continuo en el corto plazo brinda una oportunidad importante para seguir acumulando reservas, las cuales se han incrementado considerablemente desde la crisis financiera de 2003-04.

La perseverancia en los esfuerzos para fortalecer la supervisión del sector financiero permitirá que el sistema financiero continúe apoyando un crecimiento fuerte e inclusivo.

Las reformas implementadas en los quince años transcurridos desde la crisis financiera han respaldado la recuperación del sistema financiero, que se compara favorablemente con los pares regionales.

El énfasis continuo en fortalecer la supervisión de los riesgos sistémicos macro financieros contribuirá aún más a la estabilidad financiera, especialmente a medida que se desarrollen indicadores sobre el endeudamiento de los hogares y las empresas, y se complete el marco de políticas macroprudenciales para mejorar la flexibilidad de las políticas para responder a estos riesgos sistémicos.

Los esfuerzos continuos para mejorar la regulación y supervisión prudenciales complementarán estas reformas, con el objetivo de alinear completamente el marco regulatorio y de supervisión con las mejores prácticas internacionales.

Deben cubrirse las brechas restantes en la periferia de supervisión, incluida la supervisión de las instituciones no bancarias más grandes. Finalmente, los esfuerzos para fortalecer el marco contra el lavado de dinero son bienvenidos, y su implementación efectiva es importante para promover la integridad del sistema financiero.

Las reformas estructurales orientadas al crecimiento y a la sociedad serán importantes para mejorar el potencial de crecimiento de la economía y abordar los desafíos sociales restantes.
Las reformas en curso de las autoridades para fortalecer el entorno empresarial y mejorar los resultados en salud, educación e infraestructura, así como para avanzar en la agenda de reformas para el sector eléctrico, son bienvenidas y ayudarán a impulsar el potencial de crecimiento de la economía.

El desafío será complementar estos esfuerzos con medidas de política concretas e inmediatas para reformar de manera sostenible el sector eléctrico, y con reformas más ambiciosas para reducir los altos costos de transporte, simplificar el sistema tributario y fortalecer el entorno institucional.

Las reformas para ampliar la cobertura de la seguridad social y garantizar un ingreso de jubilación adecuado serán importantes para fortalecer los resultados sociales. Una posición fiscal más sólida también contribuiría a mejorar los resultados sociales al aliviar las presiones sobre los recursos financieros y las tasas de interés, y proporcionar espacio para reorientar el gasto hacia las redes de seguridad e infraestructura social.

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