Santo Domingo, República Dominicana-. La tensa situación entre República Dominicana y Haití, originada por la construcción de un canal ilegal en territorio haitiano, ha despertado preocupación en los sectores nacionales, vislumbrándose un escenario de consecuencias impredecibles.
Pero a pesar de la complejidad de la situación, existe la confianza en que el diálogo podría conducir a un entendimiento mutuo.
El hecho más complicado para la parte afectada es la ausencia de un interlocutor válido en Haití, ya que ese país carece de un gobierno efectivo, lo que dificulta encontrar una solución al problema en curso.
Como resultado de esta crisis, el gobierno dominicano se vio obligado a cerrar indefinidamente la frontera hasta que se detenga la construcción del canal, pero un grupo de patrocinadores de la obra parece decidido a no ceder.
Algunos sectores dominicanos expresan una falta de confianza en que se logre una solución a corto plazo, argumentando que Haití ha dejado de ser una prioridad para la comunidad internacional, lo que deja a República Dominicana luchando en solitario en este conflicto. Sin embargo, otros mantienen la esperanza de que se pueda encontrar una solución mediante el diálogo.
Para República Dominicana, la presencia de haitianos en su territorio se ha convertido en una carga significativa, y lograr una salida pacífica requiere que Haití se desarrolle en todos los aspectos, una perspectiva que parece lejana en estos momentos, y quien sabe hasta cuándo perdurará.
La historia de la relación entre ambos países ha dejado un sentimiento de hostilidad por parte de algunos haitianos hacia República Dominicana, especialmente desde la ocupación haitiana de territorio dominicano durante 22 años en el siglo XIX.
Algunos sostienen que este conflicto tiene raíces profundas y que no se repetirá jamás, advirtiendo sobre las consecuencias de persistir en esta disputa.
A pesar de las diferencias y la incertidumbre, prevalece la idea de que el diálogo debe ser la vía principal para resolver este conflicto. Las guerras, argumentan, nunca han sido una solución efectiva para las crisis en ninguna parte.
Sin embargo, existe una preocupación latente de que si no se encuentra una salida a través del diálogo, las consecuencias podrían ser desastrosas, «porque los dominicanos no se van a quedar de brazos cruzados».
En última instancia, muchos creen que la única solución viable es que la comunidad internacional intervenga en Haití y obligue a los haitianos a respetar el orden, ofreciendo una posible salida a esta crisis que preocupa profundamente a República Dominicana y a la región en su conjunto.
Ramiro Estrella (CDP-SNTP. No soy bocina de nadie)